Federico Jiménez Losantos, según leo en varios confidenciales, parece tener ya decidido dónde marcharse cuando finalice el contrato en la cadena COPE; podría presentar su programa matinal en una nueva emisora, Libertad Digital Radio, que cuenta con una concesión en Madrid por parte de Esperanza Aguirre. Le acompañarían Luis Herrero en las tardes y César Vidal en las noches. Según estas informaciones, Federico lucharía por lograr concesiones administrativas de otros gobiernos para extender su cobertura. De confirmarse estos extremos asistiríamos al principio del fin radiofónico -sólo de manera temporal- del periodista más odiado por la izquierda y por buena parte de la derecha de este país, excepción hecha de doña Esperanza y pocos más, si bien cuenta con un millón y medio de fieles oyentes. Y digo que sería su tumba radiofónica porque otros excelentes comunicadores, como Luis del Olmo, probaron con aventuras similares y su fracaso en Punto Radio demostró que por muchos seguidores que tengan, de nada sirve si la radio no cuenta con emisoras por toda España. Es como predicar en el desierto.
A mí Losantos me cae bien. Su radicalismo me divierte. Es culto y tiene una verborrea envidiable. Y va por libre. Sólo por eso me cae bien. Ideológicamente no coincido con él en muchas cuestiones, es cierto, y me fastidian demasiadas veces sus formas y muchas de sus ideas, sí, pero prefiero un periodista que dice lo que piensa a las claras, como él, que otros que envuelven sus convicciones fascistoides y de extrema ideología en papel dialéctico de celofán. Su guerra abierta contra casi todos los políticos lo han abocado a su defenestración, como ya pasara con otros grandes comunicadores. De nuevo, el periodista pierde frente al político. Y esto me entristece.
Ahora bien, más allá de si recala en Libertad Digital Radio o en Punto Radio de Vocento, estos episodios nos deberían hacer reflexionar sobre una cuestión que, en mi opinión, es lo verdaderamente grave, esto es, la vergonzosa vinculación de determinados periodistas líderes de opinión y grupos de comunicción con algunos políticos, partidos y/o gobiernos los cuales, por afinidad ideológica -por decirlo finamente- conceden a los primeros licencias y permisos de todo tipo para crear auténticos emporios. Y aquí igual me da que sean gobiernos de izquierda o de derecha porque, desgraciadamente, todos hacen lo mismo. Y a esto llamamos democracia. ¿Queréis ejemplos? Los daré otro día. Pero son abrumadores.
A mí Losantos me cae bien. Su radicalismo me divierte. Es culto y tiene una verborrea envidiable. Y va por libre. Sólo por eso me cae bien. Ideológicamente no coincido con él en muchas cuestiones, es cierto, y me fastidian demasiadas veces sus formas y muchas de sus ideas, sí, pero prefiero un periodista que dice lo que piensa a las claras, como él, que otros que envuelven sus convicciones fascistoides y de extrema ideología en papel dialéctico de celofán. Su guerra abierta contra casi todos los políticos lo han abocado a su defenestración, como ya pasara con otros grandes comunicadores. De nuevo, el periodista pierde frente al político. Y esto me entristece.
Ahora bien, más allá de si recala en Libertad Digital Radio o en Punto Radio de Vocento, estos episodios nos deberían hacer reflexionar sobre una cuestión que, en mi opinión, es lo verdaderamente grave, esto es, la vergonzosa vinculación de determinados periodistas líderes de opinión y grupos de comunicción con algunos políticos, partidos y/o gobiernos los cuales, por afinidad ideológica -por decirlo finamente- conceden a los primeros licencias y permisos de todo tipo para crear auténticos emporios. Y aquí igual me da que sean gobiernos de izquierda o de derecha porque, desgraciadamente, todos hacen lo mismo. Y a esto llamamos democracia. ¿Queréis ejemplos? Los daré otro día. Pero son abrumadores.
2 comentarios:
Pues tu tambien me pareces un periodista valiente. No creo que todos tus compañeros sean capaces de mostrar un mínimo acuerdo con alguien tan polémico como Losantos.
Hoy en día es bastante arriesgado, desde una posición como la vuestra, hacer declaraciones a favor o en contra de profesionales "conflictivos".
Gracias por tu comentario. Creo en la libertad de expresión. Los periodistas desgraciadamente nos autocensuramos a diario, ateniéndonos a lo que marca la línea editorial de cada medio, pero no lo voy a hacer en mi propio blog, con un número limitado de lectores.
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