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martes, 7 de diciembre de 2010

TELEVISIÓN --- La Berlusconización y la americanización de la televisión española


Me apasiona el mundo de la televisión. Y me apasiona desde mucho antes de dirigir una. Y ahora que ya no lo hago, me apasiona mucho más. La televisión española, la que juega en primera división, sufre un proceso de metamorfosis que comenzó con la aparición de las primeras cadenas privadas, Canal +, Antena 3 y Telecinco, y que se ha acelerado con la llegada de la Televisión Digital Terrestre y la multiplicación de canales como hongos.

Me apasiona el mundo de la televisión. Y me apasiona desde mucho antes de dirigir una. Y ahora que ya no lo hago, me apasiona mucho más. La televisión española, la que juega en primera división, sufre un proceso de metamorfosis que comenzó con la aparición de las primeras cadenas privadas, Canal +, Antena 3 y Telecinco, y que se ha acelerado con la llegada de la Televisión Digital Terrestre y la multiplicación de canales como hongos.
Más licencias, más televisiones, a nivel nacional, autonómico y local. Y menos pluralidad, menos calidad, menos cultura. La televisión española sufre un proceso de 'berlusconización' y 'americanización' espectaculares que nos da una idea de hacia qué modelo de televisión nos dirigimos en este país. Nunca llegaremos a hacer la misma televisión que en Italia, ni en Lationamérica ni en Estados Unidos, porque 'Spain is different' y tiene su propia personalidad. No somos un país que destaque por producir telenovelas al estilo americano, ni falta que nos hace, porque ahí está La 1 de TVE, la tele de todos, para emitir aquellos bodrios repletos de estereotipos, uno tras otro, en sus sobremesas. ¿Cultura, documentales, producción propia? No. Para eso ya está La 2.
Nuestra televisión se 'americaniza'. A nivel nacional aparecen nuevas televisiones, pero con el mismo perfil ideológico. En las comunidades autonónomas no han cuajado los canales privados de ámbito regional. Al menos hasta el momento, porque está por ver qué sucede con las televisiones autonómicas públicas, pagadas con el bolsillo del contribuyente que se endeudan hasta cifras escandalosas para ofrecernos: 1. fútbol -ya está La Sexta-. 2. películas y series americanas -ya están las grandes cadenas-. 3. informativos y debates manipulados costosísimos. Visto lo cual, ¿se deberían privatizar? No. Deberían cumplir la ley que las creó y ser bien gestionadas. Y, por último, el desarrollo de la TDT a nivel local y comarcal. Una auténtica chapuza y una verdadera vergüenza en la concesión de licencias a grupos afines -todos los gobiernos autonómicos, según el color del partido- que han incumplido la ley nada más nacer y lo han seguido haciendo una y otra vez sin que suceda nada.
La fragmentación no ha supuesto mayor calidad. Todo lo contrario. A menos audiencia, que está más repartida, menos presupuesto para producir buenos programas. Resultado: se apuesta por espacios donde el corazón y la víscera garantizan una buena cuota de pantalla y, como la competencia es cada vez más dura en este terreno, cada vuelta de tuerca trae más y mejores escándalos que sorprendan al respetable y, así, intentan mantener los índices de audiencia por encima de la competencia. Americanización pura y dura. Espectáculo, muchas veces chabacano, vergonzoso, sonrojante y denigrante.
Y la berlusconización viene de su cadena amiga en España, Telecinco, líder entre las comerciales y que ha demostrado una gran habilidad empresarial en los últimos años para liderar la audiencia la mayor parte y noquear a su principal competidora, Antena 3, la cual, lejos de buscar un modelo alternativo, ha fracasado en su empeño por parecerse a su rival.
Telecinco comenzó con las 'Mamachicho', importando del país de la bota la costumbre de las 'velinas', mujeres atractivas que sólo enseñan sonrisas Profident, nalgas, pechos y algún que otro pezón. Mujeres floreros. Después le dio un giro a la cadena y sacó de su parrilla esos programas, agotados por exceso de machismo incluso en un país machista. Compró buenas series internacionales -como Expediente X- y apostó por las series nacionales de producción propia, como las que triunfaban en Antena3.
Pero en los últimos meses ha ido copando su parrilla de programas cortados por el mismo patrón: broncas, broncas y más broncas. 'Sálvame', 'Sálvame Deluxe', 'La Noria', 'Vuélveme Loca', 'Gran Hermano' y 'Enemigos Íntimos'. Este último hasta el título rezuma odio. Y sus 'colaboradores', la mayoría de lo peorcito del panorama ¿periodístico? nacional.
Los gestores de Berlusconi en España, Paolo Vasile y Giuseppe Tringali, hace tiempo que dieron con la horma del zapato de la televisión berlusconiana en España. Este ya no es el país del destape ni del chiste subido de tono, como Italia, que no ha evolucionado; aquí podemos estar orgullosos: ya no somos el país de las 'Mamachicho'. Ahora, España televisivamente hablando es el país de las tertulias políticas y los programas de corazón de broncas continuas, tanto monta monta tanto. Para mí, la misma telebasura. Es el país del cotilleo. Del ataque frontal y gratuito con o sin presuntamente, que para el caso es lo mismo, porque con un 'presuntamente' te han condenado años antes de celebrarse un juicio.
Y, por si no fuera poco, la berlusconización ha llegado en todo su esplendor con la compra de Cuatro y Digital + por Telecinco, convirtiéndose en el grupo audiovisual más poderoso de España, a la espera de que Antena 3 y La Sexta estén al borde de la ruina para que también se fusionen. Silvio Berlusconi, el primer ministro italiano, el dueño del imperio Mediaset, el de las velinas y el de 'le gaffe' o lengua deslenguada, se ha hecho con la televisión en España. Ahora ya tiene su tele líder, Telecinco, con un modelo de televisión empresarialmente 'chapeau' pero de contenidos muy mejorables -falta un 'Siete vidas', una 'Aída' con Aída-, y una segunda cadena, Cuatro, con un perfil más joven y elitista, un 'target' diferente, y otra de pago, Digital +, que es un complemento perfecto para luchar contra toda la competencia.
Más canales. Menos pluralidad.

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