La crisis también amenaza a las televisiones españolas, sobre todo las privadas, pero también las públicas. Estas últimas, endeudadas hasta las cejas con el dinero de todos, no pueden, ni debían haberlo hecho nunca, mantener una estructura sobredimensionada, una plantilla enorme y una programación comercial. Pocas televisiones públicas, salvo alguna excepción honrosa, como la catalana TV3, han cumplido con la ley que las creó. Desde mi punto de vista es indecente que La 1, por poner un ejemplo, puje por eventos deportivos, pagando mucho más que alguna televisión privada. Con el dinero del contribuyente cualquiera... ¿Para qué queremos, por tanto, cadenas públicas si hacen prácticamente la misma programación que las privadas? Pero, claro, ningún poder político, sea nacional o autonómico, independientemente del color, quiere renunciar al poderoso aparato propagandístico en que se convierten estas televisiones. Con el dinero de todos, repito.
En los próximos meses veremos cambios en las cadenas públicas -el Gobierno de Zapatero ha propuesto reducir la publicidad en TVE a cambio de que las privadas le cedan al ente público una parte de sus ingresos-, pero mucho me temo que en las autonómicas las transformaciones serán mínimas y coyunturales, en lugar de afrontar profundas reestructuraciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario