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domingo, 12 de julio de 2009

HOMOFOBIA


'Aversión obsesiva hacia las persona homosexuales'. Es la definición que da la edición del año 2006 del Diccionario Esencial de la Lengua Española de la Real Academia. Los diccionarios son auténticos libros de historia y, como tales, recogen en cada época el lenguaje popular del momento en forma de nuevas entradas y, de igual modo, eliminan las palabras en desuso. Como muestra, un ejemplo. Conservo en casa un Diccionario de Uso del Español de María Moliner del año 1992 donde la acepción 'homofobia' curiosamente no aparece.

Pero, ¿qué es la homofobia más allá de la definición moderna que dan los diccionarios?
La homofobia es sinónimo de muerte en muchos países del mundo en pleno siglo XXI.
La homofobia es sinónimo de cárcel en múltiples Estados.
Y la homofobia se disfraza de muchas maneras en países avanzados, como España, donde los homosexuales gozan de prácticamente los mismos derechos que los heterosexuales. Algo normal y generalmente aceptado, pero una utopía en decenas de países, donde querer a personas del mismo sexo te lleva a la tumba, a la cárcel o al destierro y desarraigo.

En España, sin embargo, la homofobia no te mata, normalmente, ni te priva de libertad, al menos en el sentido apuntado anteriormente. Pero existe, ya lo creo, y en todos los niveles, en todos los ámbitos de la vida y de forma más o menos sutil. Desde los homófobos más peligrosos, como los skinheads, pandilleros del tres al cuarto y ciclados con la masa cerebral proporcionalmente inversa a la corporal, hasta la homofobia más sutil, aquella que representan normalmente amigos y familiares a los que no le hace ninguna gracia tu orientación sexual -por mil razones, dependiendo del sujeto-, pero tienen que aparentar normalidad forzada y forzosa.

El rechazo es más sibilino y pasa incluso inadvertido para los ojos de muchas personas, pero es detectable: una mirada, un comentario o una falsa sonrisa, o el saludo justo justito, falso falsete, de un vecino carca que después, 'ay mísero de mí', apurar cielos pretende porque le ha salido un hijo 'maricón' o una hija 'bollera'.

Cada uno 'siente aversión hacia los homosexuales' por una causa diferente. En unos casos, dependerá de a educación familiar recibida; en otros, de las convicciones religiosas excluyentes e intolerantes en mucho casos, paradojas de la vida; o, simplemente, de una falta de autoaceptación de la condición sexual, reprimida y, por tanto, podrida en el interior de quien odia al homosexual porque en realidad lo es y no quiere reconocerse y quererse. ¡Ay, madre, la de trabajo que tienen los psiquiatras!

Por todo ello, es fundamental para erradicar la homofobia -y la transfobia- la educación en el respeto y la igualdad desde bien pequeños, en casa y en la escuela porque, de esta manera, muchos de los que son homófobos, desde los peligrosos radicales hasta tus amigos y familiares que te toleran sólo porque eres uno de los suyos, comprenderían que AMAR es un don maravilloso de los humanos independientemente de con quién desees conjugar el verbo.