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jueves, 22 de abril de 2010

POLÍTICA --- TERCERA PARTE ¿Golpe de estado o terapia de choque? Todo sobre la creación de la gestora del PSPV de Sagunto


En Sagunto, quien ha puesto o quitado candidatos, quien ha sido clave en la confección de candidaturas, ha sido el lermismo, encabezado por Miguel García, peón de Pepe Cataluña en la capital del Camp de Morvedre. García ha sido secretario general durante muchos años, merced al control de un grupo de militantes -incluso con el pago de cuotas de afiliados- y su poder orgánico le ha permitido mantenerse durante las últimas legislaturas como concejal. Pero la supresión de la ejecutiva local del PSPV de Sagunto no se ha efectuado principalmente para finiquitar a Miguel García -que se ha pasado al grupo mixto y con él han abandonado decenas de personas la formación-, a quien ya se le daba por acabado, pero no hay mal que por bien no venga, han pensado en la ejecutiva regional y en una parte del socialismo saguntino.


Un García que, tras la debacle electoral del socialismo en 2007 y a sabiendas de que sus días como secretario general estaban contados, prefirió romper con sus habituales aliados, los Chover y Gloria Calero -15 días antes de finalizar la legislatura anterior, en la que PP y PSPV aprobaron crear la empresa mixta del agua, Aguas de Valencia, se colocó a Miguel García en la empresa-, y optó por sumar fuerzas a las de Manolo Carbó y Francisco Crispín para conformar una nueva ejecutiva, con García de presidente, Carbó de secretario general y Crispín de vicesecretario. La dirección contó con el respaldo de la mayoría de la militancia y su gestión refrendada sin votos en contra hace dos meses.


Manolo Carbó, hijo del primer alcalde socialista, sindicalista, vecino de Puerto de Sagunto, se presentaba, como es lógico, para ser el candidato en las próximas elecciones y tenía claro que para ganar los comicios el partido tenía que corregir los errores del pasado. En asuntos polémicos, como la propuesta de remodelación del paseo marítimo, Carbó posicionó al PSPV a favor de la opinión mayoritaria de los ciudadanos, enfrentándose de esta manera a la Demarcación de Costas, en manos del PSOE. Este acto de insurrección habrá pesado también en la decisión de la suspensión de la ejecutiva local. Sin embargo, si los socialistas quieren volver a gobernar en la ciudad tendrán que anteponer los intereses de los ciudadanos a los del partido.

Este fue un ejemplo, pero no el único, del cambio de postura de la nueva dirección local con respecto a la anterior y al grupo municipal socialista. Éste, que nunca ha hecho autocrítica por los pésimos resultados electorales obtenidos, ha querido seguir trazando las líneas básicas políticas a seguir en el Ayuntamiento, tarea que en realidad le corresponde a la ejecutiva. Tampoco se trata de echar todas las culpas a los concejales. No es mi intención. Pero les guste más o menos, el grupo está a las órdenes de la ejecutiva y no al revés. Y punto. Esto suele suceder en todos los partidos de todos los pueblos y ciudades... menos en Sagunto, que por algo Sagunto es diferente.


Con Carbó, entró en la ejecutiva de número dos otro histórico socialista saguntino, Francisco Crispín. De adscripción ciscarista fue, junto a Concha Martínez, los dos únicos delegados que en el congreso regional votaron por Alarte, mientras Miguel García y Manolo Carbó lo hicieron por Ximo Puig. Crispín, quien, como Carbó, durante la legislatura del tripartito fueron disciplinados y lavaron los trapos sucios en la sede socialista y no públicamente, decidió entrar en la nueva ejecutiva para corregir los errores cometidos por la anterior y por el grupo socialista.

Con Crispín, que no es un santo, sin embargo se han cebado algunos de forma obscena. Pocos de los 'referentes' del socialismo saguntino pueden presumir de tener una plaza de funcionario y no necesitar la política para vivir del cuento. Esto para empezar. Hace unos días, algunos, con el ánimo de desacreditarlo, intentaban sembrar dudas sobre su plaza en el Ayuntamiento. Política de bajos fondos. De nivel. Bien, volviendo a lo que interesa. Crispín estaba de número 5 en la candidatura de 1983 y el tsunami de la reconversión industrial trajo una gestora al Ayuntamiento al dimitir toda la lista del PSPV, menos tres concejales. Ni José García Felipe, Pipirrín, ni Manuel Girona, ex presidente de la Diputación, aguantaron la presión y se marcharon (por cierto, un Girona que también fue colocado un año en Aguas de Valencia antes de pasar a la Sindicatura de Cuentas). Allí quedó Crispín al frente de la gestora jugándose la vida por la tensión social tan grande en la época. La gestora perduró hasta 1987, cuatro años dificilísimos, posiblemente los más complicados de la democracia.

La historia del socialismo saguntino está repleta de cuitas internas y navajazos orgánicos. Y Crispín no ha estado ajeno a ello. Continuos han sido sus encontronazos con el lermismo, representado por García, pero también por Manuel Girona en los inicios. Así, en el congreso federal que hubo tras la reconversión, siendo Girona secretario comarcal, acudieron tres delegados, entre ellos, Crispín y Girona. Pero en el cónclave regional que se celebró a continuación, hubo dos candidaturas, la de Crispín y Genaro Peiró y la de Girona y Rafael Bru. Por 42 a 39 votos se impuso la primea y en ese momento nació una historia de desamor que dura hasta nuestros días, máxime después de la visita de Cataluña a Crispín en la que le dijo: 'no te toca'. Vamos, que no tenía que ir al congreso (inciso: esto que parece algo extraordinario siento comunicaros que es de lo más habitual en el funcionamiento interno de los partidos).

En la trayectoria de Crispín se produce otro hecho que juega a su favor, aunque sus detractores lo han utilizado en su contra. Las cosas por su nombre. Pocos pueden presumir de ganar unas primarias en un partido para acceder a la alcaldía, pues el PSOE puso de moda el sistema y le salió tan mal -¿os acordáis de Borrell y Almunia?- que pasó a mejor vida. Pero corría el año 1998 y Crispín ganaba las primarias con 199 votos, frente a los 168 de Manuel Esparza y los 41 de Marga Pin. Como cabeza de lista en mayo de 1999 obtuvo 7 ediles, no logró uno más por 32 votos y no fue alcalde porque PP sumó sus votos a dos tránsfugas de UV y los tres concejales del Bloc. Gloria Calero en 2003 consiguió los mismos, pero las matemáticas le permitieron sumar 13 ediles con los 4 de EU y los 2 del Bloc. Pero con los 6 de 2007 ya no pudo hacer nada.

Ahora que nombro a Marga Pin, quien fuera secretaria general, concejala, diputada nacional... todo apunta a que su vuelta sea inminente. No en vano, Girona y Gaspar han sido siempre 'pinistas' y la mayoría de los miembros de la gestora, jóvenes y a los que le deseo mucha suerte, están próximos a ella. Además de esos 5, otro traicionó a Carbó y el último, el hijo de Jaime Vidal, a Crispín. El octavo es de Valencia, mano derecha de Elena Martín. Marga podría ser, si la apuesta por el diputado nacional, periodista e hijo de Emèrit Bono, Ferran Bono, no cuaja en estos momentos porque el partido dé por perdida la ciudad, la alcaldable en las próximas elecciones. Personalmente me haría ilusión, aunque admito que recuperar la alcaldía de Sagunto la considero a corto plazo misión imposible.

Si durante el tiempo en que han coexistido dirección local y grupo municipal ha habido enfrentamiento por las directrices a seguir, pero éste ha sido soterrado y no se ha llevado el debate a los medios de comunicación, es lógico pensar que éste no haya sido el motivo, o al menos el único, para aniquilar a la ejecutiva. ¿La postura sobre el paseo marítimo? Podría haber sido la puntilla, pero no el factor determinante. Creo sinceramente que quienes han organizado este golpe de estado lo han efectuado como una terapia de choque inaplazable. Hartos de familias y de enfrentamientos, han cogido el bisturí y han extirpado lo que han considerado como el tumor del enfermo. Hasta llegar a esta intervención, sin embargo, los viajes hasta Valencia, sobre todo, e incluso a Madrid, han sido continuos. Gloria Calero, la que menos tenía que perder, no se ha estado quieta. Al fin y al cabo, al final de este proceso, si el PSPV saca menos de 6 concejales ya no pasará a la historia como la cabeza de lista con el peor resultado de la democracia.

Me consta que Calero tiene buena relación con Carmen Martínez, presidenta provincial del partido y alcaldesa de Quart de Poblet, pues ambas se conocen de la sectorial de sanidad y tiene acceso a algunos jerifaltes orgánicos de la federal, de cuando, de carambola, acabó siendo vocal en la primera ejecutiva federal de Zapatero, puesta por un José Luis Ábalos que entonces apostaba casi en solitario en Valencia por el ahora presidente del gobierno. Más allá de trasladar habitualmente sus quejas a Valencia, una mano negra, o mejos, dos, han aireado una cuestión personal de Carbó para dañar su imagen y tumbarle como secretario general y como candidato. Sí, en tales lodos se mueven muchos cerdos. Una 'bomba' que han amenazado, esas dos manos negras, con hacer explotar si no se actuaba.

El alcalde de Faura y miembro de la ejecutiva, Toni Gaspar, se juega mucho en esta decisión. Gaspar, quien disfruta de una de las mayorías absolutas en su pueblo más sólidas de la Comunitat Valenciana, quien en su día estuvo bajo el paraguas de Pepe Cataluña, pero a quien sorprendió cuando apoyó a Jorge Alarte, frente a Francesc Romeu -el tercero en liza que tenía un pacto más o menos secreto con Ximo Puig-, con esta jugada puede convertirse en el nuevo Cataluña de la comarca o salir debilitado del envite. Desde luego se ha creado un buen puñado de enemigos. También le deseo suerte.

Ahora, la decisión está tomada y sólo el tiempo dirá si el golpe de estado se convierte en una auténtica terapia de choque. De momento, no auguro éxito, pero se lo deseo a la nueva gestora porque, historias de familias para no dormir aparte, nadie puede olvidar que los partidos están para servir a los ciudadanos y no para servirse de ellos.

Y, por favor, amigos socialistas, 'Sagunto, del mar a la montaña, pero pasando por Puerto de Sagunto'.