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sábado, 29 de mayo de 2010

TELEVISIÓN --- ¿Qué hacemos con Canal 9 y el resto de televisiones autonómicas públicas?

Buena pregunta cuya respuesta necesitaría de un debate serio y profundo, por lo que a través de este 'post' sólo pretendo contribuir a la reflexión sobre una situación de las televisiones autonómicas públicas que comienza a ser insostenible, con deudas insultantes e insoportables.

En el momento en que comienzan a escucharse cada vez más voces partidarias de la privatización de las teles autonómicas -¿para qué se han concedido, entonces, licencias digitales autonómicas a empresas privadas?-, la primera pregunta que deberíamos hacernos es ¿para qué y por qué se crearon las televisiones autonómicas? ETB y TV3, las autonómicas vasca y catalana, fueron las primeras en emitir, con el objetivo prioritario de promocionar la lengua, la cultura y contribuir a la vertebración de sus territorios. Después vinieron muchas otras, como TVG, Canal Sur, Canal 9 y Telemadrid y, en los últimos años, han ido apareciendo otras tantas, como TV Canaria, Aragón Tv, CMT, TPAsturias, 7RMurcia e IB3 Baleares.

El jueves las televisiones autonómicas obtuvieron una audiencia media del 10,8%, desde el 17,9% de la catalana al 2,6% de la murciana. El viernes, un 11,8%, desde el 18,2% de TV3 y el 14% de TVG al 4,8% de la balear. Audiencias, salvo el honroso caso de TV3, que históricamente ha desarrollado con éxito de share una televisión de calidad, que son un fracaso absoluto. Sin embargo, el debate gira de forma artificial sobre el mismo asunto: ¿debe una televisión pública luchar por ganar cuota de pantalla y competir con las generalistas como Telecinco o Antena 3? Yo lo tengo claro: no, siempre que los pilares de su programación sean la producción propia y no la compra de películas y series americanas -que salvo TV3, que las dobla al catalán, la inmensa mayoría las emite en español- y los grandes y costosos eventos deportivos.

El futuro de las autonómicas públicas es complicado porque éstas dependen de los gobiernos regionales, que las utilizan básicamente como instrumento propagandístico, unos más que otros, que no todos son igual de manipuladores. El miedo a los sindicatos, que optan por defender a ultranza a todos los trabajadores, también a los centenares que se han ido enchufando y colocando los distintos gobiernos -de distinto partido, en algunos casos, pero también de distinto presidente del mismo partido, que también implica nuevas recomendaciones-, ha hecho que las plantillas hayan ido creciendo exponencialmente hasta tal punto que algunas superan las de cadenas nacionales como Telecinco o Antena 3, sin contar los contratos indirectos a través de las productoras 'amigas' de cada gobierno de turno. Una locura que pagamos entre todos.

El panorama es, por tanto, desolador y poco halagüeño. La crisis económica y, por tanto, publicitaria -este año las televisiones han mejorado algo sus ingresos al dejar de emitir publicidad el grupo RTVE- y la fragmentación de las audiencias con el apagón analógico, obliga a tomar medidas radicales y yo preveo que no sea en mucho tiempo.

Pero, ¿todo pasa por la privatización o el adelgazamiento radical de las plantillas? No. Las teles autonómicas públicas deben cumplir con la ley que las creó, hacer una programación basada en la producción propia y no en la emisión de series y películas americanas, ni en los grandes eventos deportivos, que para eso están las televisiones privadas. Canal 9 tiene sobrados ejemplos de programas de producción propia de enorme éxito, con el paradigma de 'L'Alqueria Blanca', una serie en valenciano que ven miles de personas castellanoparlantes.

Mayor producción propia que puede ser absorbida en parte por la propia plantilla, sobredimensionada; no tiene sentido que para hacer una noticia de un informativo trabajen cuatro personas. En lugar de comprar un taquillazo americano a través de la FORTA -entidad que aglutina a la mayoría de las autonómicas para comprar productos cuyos derechos de emisión comparten-, cada cadena autonómica podría invertir en series, películas, documentales de producción propia, en el idioma autóctono, cumpliendo la ley. Ni fórmula 1 ni fútbol de primera división, que ya emite la Sexta.

Los recortes de plantilla son -serán- inevitables, pero el tijeretazo no llegará al mismo grado si se aprueba la privatización de estas televisiones. Pero nos encontramos con dos problemas casi insalvables: los políticos que no quieren admitir que han dilapidado el dinero con una pésima gestión hasta ahora, ni los sindicatos, que optan por la fórmula del 'ni un trabajador a la calle'.

El debate está servido.


PD. El director general de RTVV, José López Jaraba, despidió ayer a Vicente Sanz, número dos del ente público valenciano, tres meses después de que tres trabajadoras lo denunciaran por acoso sexual. Un episodio más de desvergüenza que daña más si cabe la imagen de una televisión, Canal 9, con unos magníficos profesionales, que va a la deriva por el uso que de ella han hecho los políticos desde su creación, pero sobre todo en los últimos años.
Noticia relacionada: http://www.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2010/05/29/rtvv-despide-sanz-tres-meses-denuncia-acoso-sexual-evita-indemnizarlo/709629.html