POLÍTICA --- Gürtel o la corrupción inherente al ser humano

Que nadie se confunda. Ni el titular ni el grueso de este artículo va en la línea de justificar la corrupción. Porque sí, ésta es inherente al ser humano, especialmente al que está cerca del poder, en cualquiera de sus variantes, pero debe ser perseguida y condenada. El Gürtel es un caso más. Igual o más grave que otros que conocemos. Per no se trata de puntuar del uno al diez. Todos me dan asco.

Gürtel existe porque el poder corrompe. Gürtel existe porque la democracia es imperfecta. Gürtel existe porque la clase dirigente en España, en general, no tiene clase. No es bueno generalizar. Hay políticos honradísimos, la mayoría, pero los hay corruptos y sinvergüenzas que se dedican a la política para sacar tajada. Lo gracioso del asunto es que a muchos incluso los ves venir de cara: 'hola, buenos días, yo estoy aquí para enriquecerme'. Y nosotros, los ciudadanos, los del pueblo llano, les sonreímos y les votamos. 'Qué tío más campechano', pensamos. 'Qué desparpajo', comentamos. 'Éste sí tiene un par de pelotas', escuchamos a otros. Y así, entre gracia y gracia, van ganando elecciones, se van cargando a los que le molestan de tal o cual partido, se hacen, en definitiva, con el poder absoluto orgánico e institucional y los soportamos 8, 12 o incluso más años al frente de un Ayuntamiento o de un gobierno autonómico. Con su camarilla, con sus jefes de gabinete y tejiendo esa red de contactos desde la cúspide que los convierte en Seres Supremos que están por encima del bien y del mal.

Hasta que... ¡¡OSTIÓN!! Un regalo por aquí o una grabación por allá se descubre y comienza el principio del fin. Una detención. Dos. Tres. Que si éste tira de la manta. Que si la caja B. Que si la caja de Pandora. Y cuando se abre... comienza la tormenta de rayos y centellas. Ya no hay vuelta atrás.

El Partido Popular no puede quedarse sin hacer nada. Debe analizar el caso Gürtel con detenimiento y hacer limpieza. Unas manzanas podridas no pueden contagiar al resto del cesto. El PP se juega su credibilidad. Y los españoles, más de lo que nos pensamos. Cuando el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) recoge que para una parte importante de los ciudadanos los políticos son el problema y no la solución, estamos ante el caldo de cultivo perfecto para que en este país surja alguna fuerza política en algún extremo -igual de peligroso uno que otro- que sepa recoger el hastío ciudadano ante la corrupción. En España no ha sucedido en nuestra joven democracia, pero en Europa hay muchos ejemplos de formaciones extremistas que han sabido capitalizar el descontento. Italia, Bélgica o Francia, países de larga tradición democrática, han visto renacer a partidos fascistas por culpa de los errores de los partidos tradicionales.

La justicia debe actuar con diligencia. Los corruptos deben ir a la cárcel y devolver el dinero robado. Y si no lo tienen a mano, que para eso se inventaron los testaferros y los paraísos fiscales, pues que se pudran en prisión. De esta manera, obtendremos algo positivo: abono para las plantas y ejemplo para el futuro.

PD. Eduardo Zaplana debe estar descojonado de risa.