PORNO --- La prostitución de la política en España (y la televisión)

Cuando las cosas van en general bien, los mortales perdonamos con mayor facilidad los pecados de nuestros iguales. Iguales para hoy, como dicen los empleados de la ONCE, y diferentes para mañana, que diría un primo mío muy cachondo. En el imaginario colectivo se admite como mal menor e inevitable la corrupción inherente a los centros de poder, desde los más pequeños Ayuntamientos, al gobierno central, desde el trabajador autónomo a la empresa más grande; donde se maneja dinero se tiene la tentación de llevarse una comisión extra, un regalo o cualquier dádiva o favor para el primo en paro o la novia que ha terminado la carrera.

Todo lo anterior está mal, pero lo aceptamos con más o menos resignación, cuando las cosas van bien o moderadamente bien. Pero nos toca los cojones, o los ovarios, no sea que se enfade la ministra de los miembros y miembras, cuando la prostitución pasa de las rotondas y los barrios chinos de las ciudades y pueblos a la política, en grado insultante y en periodo de crisis económica. Toca las pelotas, pero bien.

El caso Malaya, que podría llevar a la cárcel a la mismísima Isabel Pantoja por presunto blanqueo de capitales; la Operación Pretòria; el caso Gürtel... Más de 20 alcaldes han sido detenidos en España en la presente legislatura por casos de corrupción, la mayoría vinculados al ladrillo. Por no retrotraernos al caso Filesa y cía. En definitiva, decenas, centenares de casos, en los que miles de personas se han enriquecido robando de las arcas del Estado, de los gobiernos autonómicos, de los Ayuntamientos, prostituyéndose por una limosna o por un pelotazo.

Como ha dicho esta semana la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, la corrupción es inherente a las instituciones. Y no le falta razón, porque la corrupción es inherente al ser humano. Pero, ¿eso lo justifica? Lógicamente, no. Las reglas deberían ser iguales para todos, pero eso es sólo la teoría, pues en la práctica hay mil y una formas de estafar o de burlar la ley.

Y si hecha la ley, hecha la trampa, al menos que la Justicia sea implacable con los delincuentes, los Gürtel que roban a capazos por ser amigos de. Porque ya que roban y los pillan, los tontos de los honrados ciudadanos, los que pagamos nuestros impuestos y vivimos de nuestro trabajo, lo que queremos es que se haga justicia, vayan a la cárcel DEVOLVIENDO PREVIAMENTE LO SUSTRAÍDO. Y si esto no sucede, que se pudran en prisión para ejemplo de todos. Porque el problema en este país -bueno, uno de ellos- es que robar sale muy barato.

Navegando por internet, he leído que en los últimos diez años la corrupción política ha sustraído en España 4.158 millones de euros o que Andalucía es la tercera comunidad de España por presencia de corrupción en el sector de la construcción, sector que está casi totalmente intervenido por la Junta de Andalucía desde la construcción de viviendas sociales y privadas a la puesta en marcha de campos de golf. Este es el resultado de una encuesta de ámbito europeo realizada por la consultora Ernst & Young en los que se concluye que un tercio de las empresas han perdido negocios por resistirse a aceptar sobornos. Nada menos que un cuarto de los directivos consultados han admitido haber sido objeto de algún intento de prácticas corruptas. En España, los casos de corrupción urbanística crecieron casi un 9 por ciento. Todo ello porque robar cuesta poco.

La prostitución de la política debería hacer reflexionar a los que mandan, pues está instaurando una desconfianza total en los políticos y no es casualidad que éstos sean el tercer principal problema para los españoles según los últimos estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Una prostitución que también ha llegado a la televisión, donde ahora más que nunca encontramos una nueva clase de pseudoperiodistas corrompidos con tal de tener su minuto de gloria en la caja tonta, famosos y famosetes aupados a la categoría de estrellas, otrora profesionales que hoy hacen el capullo porque la televisión se ha convertido, en muchos casos, en un estercolero donde triunfan en el lodo cerdos de toda índole y no hay lugar para grandes y respetados actores, presentadores y periodistas a los que se les han ido apartando injustamente por las nuevas hornadas de grandes hermanos y 'realities' similares.

Ahora bien, no nos rasguemos las vestiduras más que lo justo y necesario porque, al final, los políticos y la televisión no son sino reflejo de la sociedad a la que representan y a la que entretienen. Y, mientras, los críticos y honestos, ¿cómo podemos rebelarnos contra tanta inmundicia? Se aceptan sugerencias.